Los huevos, como muchos otros alimentos, se conservan mejor si se mantienen refrigerados a una temperatura de entre 1 y 10ºC. Sin embargo la legislación recomienda no refrigerar los huevos antes de su venta, ¿por qué?
Esta medida intenta evitar los cambios bruscos de temperatura, especialmente que se produzcan saltos desde bajas a altas temperaturas. Cuando se producen estos cambios bruscos de temperatura se produce la condensación de agua en la superficie de la cáscara del huevo, lo que facilita el desarrollo de microorganismos. Estos microorganismos pasarían al interior del huevo a través de los poros que posee la cáscara y lo contaminarían.
Así, a pesar de que a temperatura ambiente se acelera el envejecimiento del huevo, al evitar cambios bruscos de temperatura se reduce la posibilidad de contaminación microbiana.
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