Mientras que la palabra naranja ya aparece en el sánscrito (nāraŋga) con el significado del árbol frutal, su etimología se relaciona con la expresión "veneno para elefantes": en la mitología sánscrita un elefante murió una vez por comer demasiadas naranjas.
A partir de ahí podemos seguir la historia de la palabra naranja: del sánscrito pasará al persa نارنگ (nārang), y luego al árabe con el término نارنجة (nāranğa) para referirse al fruto. Finalmente, con la invasión árabe de la península ibérica este término pasará al español.
Lo curioso es que en la actualidad varios términos árabes para referirse a la naranja poseen raíces latinas: en árabe oriental ha pasado a denominarse برتقال (bortuqāl), ya que fue Portugal el país que exportó las naranjas dulces a Tánger; y en árabe occidental se denominan لشّينة (lechina) o شّينة (china), vocablo de origen español para referirse a "(naranjas de) la China".
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