jueves, 2 de junio de 2011

Cuenta la leyenda que San Jorge, un soldado romano nacido en Oriente, acabó con la vida del dragón que pretendía comerse Cleodolinda.

Cuenta la leyenda que un dragón feroz y terrible asolaba los alrededores de una villa en el Oriente Próximo, matando a rebaños y personas. Los habitantes de la comarca decidieron ofrecer en sacrificio cada día una persona para calmar a la fiera. La víctima sería elegida cada día por sorteo. Y durante mucho tiempo el sistema funcionó.

Sin embargo, un día la suerte quiso que la hija del rey fuera la destinada. La princesa Cleodolinda era joven, hermosa y muy querida... La doncella salió pesarosa de la ciudad y ella sola se dirigió hacia el lago donde residía la fiera. Aún cerca de la villa, se le presentó un joven caballero, cabalgando un caballo blanco, y con una armadura dorada y reluciente. El caballero le dijo que había venido para combatir la fiera y así liberar del sacrificio a la princesa, así como a la villa.

San Jorge y el dragon

Aún no se había recuperado la doncella de su sorpresa cuando apareció la fiera... el caballero se abalanzó sobre ella y la hirió con un certero golpe de lanza. Después consiguió atar al dragón por el cuello y le indicó a la doncella que la llevara ella a la ciudad. En la plaza mayor de la villa, los lugareños terminaron de rematar aquel feroz animal.

Y así es como San Jorge, un soldado romano nacido en el Oriente Próximo, figura como protagonista de esta gran gesta caballeresca. Se dice que el rey quiso casar a su hija con San Jorge, pero que éste le replicó diciendo que bastaba con que el rey indicará a sus vasallos que fueran buenos cristianos y que honraran y veneraran Dios tal como merecía. Desapareció misteriosamente como había venido.

Fuentes: 1