viernes, 19 de febrero de 2010

[…] la pirámide truncada del volcán, el punteo rojizo de la lava que corría ladera abajo, la tierra devastada por reflejos de fuego y plata […]

[...] dándole profundidad a la escena, el extraordinario efecto de luz en los árboles desnudos, las llamaradas y el penacho de cenizas negras desplomándose a la derecha, ante la fría mirada de las estrellas en la noche clara, impávida y más allá del desastre. Esa fotografía, pensó en alquel instante, no lograría tomarla nunca.

El pintor de batallas, Arturo Pérez-Reverte.

Por cierto, el cuadro al que se refiere es este:

Erupción del Paricutín

Y más cuadros del fantástico libro: icorso