Al contrario que la gente que trabajaba en el campo, tanto la monarquía como la nobleza europeas poseían una piel muy blanca (que de hecho, en el pasado éste era símbolo de buena clase). Tan blanca que permitía ver las venas a través de ella (azules, como las de todos).
Esto dio origen de la expresión "ser de sangre azul" para referirse a la nobleza.
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