En el siglo XVIII, en pleno auge de la sombrerería, los peleteros conservaban y ablandaban el apreciadísimo pelo de castor en pequeñas barricas no selladas de mercurio. Absorbiendo a través de la piel y pulmones sus vapores y enfermando hasta la muerte. Los que sobrevivían presentaban graves ataques de agitación violenta y secuelas en el habla, la llamada enfermedad del sombrerero (eretismo mercurial). Este padecimiento inspiraría, más tarde, a Lewis Carrol en el celebérrimo sombrerero loco de Alicia en el País de las Maravillas.
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Fuente: 1 (¡Gracias Yoli!)