Se imaginó que, como la manzana, la Luna caía hacia la Tierra. Sin embargo, el movimiento transversal de la propia Luna hacía que "se pasara por el lado" de la Tierra, y así la caída nunca se llegaba a consumar.
Newton concluyó que la tierra atraía a los objetos con una determinada fuerza. Sólo le restaba ponerle un nombre a esa fuerza.
Fuente: 1