En la Grecia antigua era habitual la práctica de adivinación basada en espejos (catoptromancia del griego κάτοπτρον kátoptron, espejo, y μαντεία mantéia, adivinación), en la que se empleaban piezas de metal pulido o cuencos de cerámica llenos de agua. Si durante el proceso de adivinación se rompía uno de esos espejos, esto significaría la mala suerte para la persona cuyo futuro estaba siendo adivinado.
Posteriormente, en la época romana se creía que la salud de las personas se desarrollaba en ciclos de siete años, por lo que creían que romper un espejo en el que una persona estaba reflejada equivalía a 7 años de mala salud.
En su forma actual proviene de la Italia del siglo XV, donde los primeros espejos de cristal con el dorso revestido de plata tenían un enorme valor. Por eso a los sirvientes que limpiaban los espejos se les advertía que en caso de romper uno tendrían siete años de un destino peor que la muerte.
Por ejemplo, la Galería o Sala de los Espejos del palacio de Versalles presenta 17 espejos en forma de arco de tal valor, que si uno de los sirvientes del palacio rompía o dañaba uno de ellos lo debía pagar con 7 años de su sueldo.
Afortunadamente hoy en día los espejos son mucho más baratos, por lo que probablemente lo de los 7 años de mala suerte sea un poco exagerado.
Fuentes: 1, 2, 3 (¡Gracias Jose Luis!)