La historia de la humanidad está plagada de errores de traducción que tienen consecuencias más o menos graves. En este caso, el error proviene de la traducción de la Biblia del hebreo al latín por parte de San Jerónimo. El texto original contaba que cuando Moisés bajó del monte Sinaí tenía "un rostro del que emanaban rayos de luz" (karan ohr panav). El problema es que el término "karan" en hebreo también puede significar "cuerno", así que San Jerónimo lo tradujo por "su rostro era cornudo" (cornuta esset facies sua).
Esto explica las numerosas representaciones de Moisés con cuernos, como es el caso de la famosa escultura de Miguel Ángel.