Debido al desigual número de tropas, la ciudad de Vigo fue fácilmente tomada por las fuerzas napoleónicas el 1 de febrero de 1809. Sin embargo, entre el 15 y el 17 de febrero gran parte de la fuerza francesa, bajo las órdenes del mariscal Soult, deja Vigo para invadir Portugal. En Vigo solo permanece un pequeño contingente de unos mil soldados, que serán sitiados poco después por unidades militares de voluntarios populares provenientes del campo y de todas las villas cercanas a la ciudad.
Los franceses, desmoralizados, saboteados por los vecinos, constantemente desde dentro y desde fuera, deciden entregar la plaza el 28 de marzo. Sin embargo, debido a la tensión existente se inicia una batalla campal en la que los sitiadores atacan desde todas las posiciones, ocasionando numerosas bajas en los dos bandos. Finalmente, la rendición de los franceses se sella con la entrega de soldados, 39 cañones, 107 cajas de municiones, 57 quintales de pólvora, 339 hambrientos caballos, 60 carros, 117.000 francos y el equipaje de Soult.
Esta escena se repitió en muchas ciudades a lo largo de toda España, en las que el pueblo español se rebeló contra los franceses invasores. En estas batallas tuvo un papel fundamental la lucha de guerrillas. El conflicto en España supuso un gran desgaste humano (que se ha estimado en 300.000 bajas) y económico para Francia y que desembocó en la caída del imperio napoleónico.
Fuente: 1, 2, 3