A pesar de la intención de "El Gran Salto Adelante", este paquete de medidas terminó en una tragedia que costó la vida a más de 10 millones de personas.
Durante los años 50, la República Popular China llevó a cabo un programa de industrialización y distribución de tierra con la ayuda de la antigua Unión Soviética. Este programa creó una gran dependencia de la financiación soviética, necesaria para todas las inversiones en industria. Para dejar atrás esta dependencia y alcanzar los niveles de occidente el gobierno de Mao Zedong propuso las medidas de reforma denominadas "El Gran Salto Adelante".
El Gran Salto Adelante tomó diferentes elementos de la política soviética para combinarlos en una original (y poco afortunada) fórmula. La idea del gobierno chino era industrializar el país y aumentar la producción agrícola haciendo uso del trabajo en masa, evitando así tener que importar maquinaria pesada.
Para esto, se hizo una campaña de creación de pequeños altos hornos artesanales en el patio de casa para la fundición de acero. Pese a la propaganda oficial, el acero producido por estos hornos artesanales era en gran parte inservible debido a la mezcla de diferentes metales durante su elaboración. Además, la falta de mineral hacía que los campesinos fundieran todo lo que tenían a mano para cumplir los cupos que marcaba el sistema, de forma que, por ejemplo, se fundían cuchillos para obtener cuchillos de peor calidad.
Otra de las medidas intentaba quintuplicar la producción agrícola aumentando la densidad de las plantaciones de cereales. Esta medida sin embargo obviaba el hecho de que la mayor densidad limitaba el crecimiento de las plantas y no permitía su correcta aireación, propiciando la aparición de enfermedades, con la pérdida de cosechas enteras. Además, parte de la fuerza campesina se empleaba construyendo y operando altos hornos caseros. No es de extrañar que estas medidas redujeran la producción agraria.
Sin embargo las autoridades locales, ante el miedo de la represión del Partido, manipularon los informes de producción indicando el éxito de las medidas. Un resultado trágico fue que como consecuencia, gobierno de Mao Zedong impuso cuotas de producción cada vez mayores a las comunas campesinas, dejando a los propios trabajadores de las comunas sin cosechas para su propia subsistencia.
Según la mayor parte de las estimaciones, estas medidas en su conjunto provocaron la muerte de entre 10 y 20 millones de personas.
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