lunes, 17 de mayo de 2010

Las erupciones explosivas con un IEV > 4 introducen gran cantidad de cenizas y polvo en la estratosfera, pudiendo afectar al clima global del planeta.

No todas las erupciones tienen importancia climática; sólo las explosivas, que se caracterizan por su violencia, con suficiente energía como para impulsar polvo, cenizas y otros compuestos químicos hasta la estratosfera, más allá de las capas en las que la lluvia provocaría su precipitación. Las partículas presentes en la estratosfera descienden lentamente de modo que a los 5 o 6 meses de una erupción violenta un 10% de las partículas aún permanece en el aire.

La intensidad de las erupciones se estima mediante un índice de explosividad volcánico (IEV), que se basa en factores como el volumen de ceniza, la altura de la columna nubosa y las características de la explosión. Este índice puede tomar valores entre 1 y 8, y en términos generales para que una erupción pueda afectar el clima global debe presentar por lo menos un IEV de 4. La última explosión volcánica que tuvo un impacto global fue la del Pinatubo (con un IEV de 5-6) en 1991, en Filipinas, que desembocó en una bajada de medio grado de las temperaturas globales durante los siguientes dos años.

A pesar de todos los incidentes que produce la erupción del volcán bajo el glaciar Eyjafjalla, hasta el momento se trata de una erupción pequeña (IEV de 2-3) y su escala no es lo suficientemente grande para tener un efecto notable en el clima global.



Vía: 1, 2