En las costas de latitudes altas existen ciertos invertebrados (por ejemplo ciertos mejillones, escaramujos y caracoles) que pueden congelarse y sobrevivir, soportando la solidificación de entre el 60 y el 80% del agua de su cuerpo en forma de hielo. También se conocen muchos insectos que soportan la congelación de la sangre. Uno de los ejemplos extremos es el insecto denominado antreno (larva de oruga peluda) que vive en la isla Ellesmere en el Ártico. Éste se congela en el invierno tolerando una temperatura corporal de -70º C.
Ciertos anfibios como el sapo Hyla Crucifer y la rana Rana Sylvatica también soportan la congelación manteniendo temperaturas corporales de entre -2 y -9ºC.
En el caso de la Rana Sylvatica esta asombrosa capacidad se debe en primer lugar a que posee una gran cantidad de nucleoproteínas (nucleótidos + proteínas) en su torrente sanguíneo. Estos compuestos que potencian la formación de hielo, evitan sin embargo que éste se organice en forma de grandes cristales que dañarían a las células.
Además esta rana almacena urea en sus tejidos y sintetiza en el hígado grandes cantidades de glucosa (a partir del glicerol) al inicio de la congelación. Ambos actúan como "crioprotectores" limitando la cantidad de hielo que se forma y evitando la contracción osmótica (y consiguiente destrucción) de las células. Con esto, el agua de los órganos y el cuerpo de la rana pueden llegar a convertirse en un 65% completamente en hielo congelado y el resto del agua presente en la rana estaría líquida gracias a su anticongelante natural (la glucosa). Cuando suben las temperaturas, se descongela primero el corazón, para que la circulación se reactive y evitar así daños en los demás órganos conforme se descongelan.
Aquí un vídeo de la rana en plena congelación/descongelación:
Fuentes: "Fisiología Animal", Richard W. Hill, Gordon A. Wyse (disponible en google libros), Wikipedia