Este primer sismógrafo consistía en una vasija de bronce que contenía seis bolas en precario equilibrio dentro de las bocas de seis dragones situados en el borde superior de la vasija. Cuando una o más bolas caían de la boca de los dragones al interior de una serie de ranas situadas en la parte inferior de la vasija, se detectaba el seísmo.


Sin embargo, el sismógrafo tal y como lo conocemos hoy en día data de 1880, cuando John Milne creo el sismógrafo de péndulo horizontal.
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