La palabra persiana, proviene del francés persienne, que, al igual que en español, significa de Persia. Y es que las primeras persianas no fueron introducidas hasta el siglo XVIII, cuando se comenzaron a importar desde Persia.
Antes de su introducción en Europa, su función estaba cubierta por el uso de las contraventanas, unas puertas de madera que se cerraban sobre las ventanas. Las primeras persianas persas estaban compuestas por una serie de listones unidos por unos cordeles, de forma que se podían recoger, o desplegar sobre las ventanas.
Más adelante se introdujeron las persianas venecianas, compuestas de láminas de distintos materiales dispuestas en forma horizontal, que permiten tener una inclinación regulable. Según la inclinación de las láminas se permite el paso de más o menos luz, y al mismo tiempo evitar miradas indiscretas desde el exterior. Las primeras persianas venecianas fueron introducidas en torno a 1770 en Italia, supuestamente en Venecia.
Hoy en día, las persianas más utilizadas en España son las persianas enrollables. Su principal ventaja, además de impedir totalmente el paso de la luz, consiste en que proporcionan un aislamiento adicional de las ventanas, tanto térmico como sonoro, añadiendo una cámara de aire extra entre la ventana y la persiana.
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