Esto se demostró en 1971 con el experimento de Hafele-Keating. Se partió de dos relojes atómicos sincronizados, uno de los cuales permaneció estático en la Tierra mientras que el otro viajaba a gran altura. Al comparar los relojes unas horas después se vió que el que había volado se había retrasado (su tic-tac había sido más rápido).
Recientemente esto se demostró para una altura tan pequeña como 33 centímetros.
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