Desde la antigüedad se tiene constancia de que las mujeres que conviven en recintos cerrados por periodos largos de tiempo, tienden a sincronizar sus ritmos menstruales. Sin embargo, no fue hasta 1971 cuando una psicóloga llamada Martha McClintock realizó un estudio riguroso publicado en Nature. Un estudio de 135 mujeres reveló que los ciclos comenzaban a sincronizarse durante los cuatro primeros meses y, al cabo de siete meses, la sincronización ya era completa. Por este trabajo pionero la sincronización menstrual se conoce también como Efecto McClintock.
Pero en aquel momento McClintock no supo darle una explicación coherente al fenómeno. No fue hasta 27 años más tarde cuando se descubrió la causa. Un estudio publicado en la revista Nature a finales de los 90 demostró que el origen de esta sincronización está generada por la producción de feromonas femeninas durante el ciclo menstrual.
Las feromonas obtenidas de las axilas de mujeres en la fase folicular tardía aceleraban el pico de LH de otras mujeres acortando su ciclo menstrual ciclo, mientras que las feromonas tomadas de mujeres en la fase lútea tenían el efecto contrario.
Aunque se conoce la existencia de la sincronización del periodo menstrual, no se sabe cuál es su razón. Ciertas teorías indican que se trataría de un vestigio evolutivo del periodo prehistórico. Este hecho propiciaría una reproducción eficiente en la misma comunidad, de forma que todas las hembras estarían receptivas al mismo tiempo.
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